lunes, 19 de mayo de 2014

LA MUJER QUE MATÓ

Clarice Lispectorarice ClLispector nació en Tchetchelnik, Ucrania, en 1920 y a los pocos meses su familia emigró a Brasil, por lo que ella siempre se consideró brasileña y escribió en portugués.
Se graduó en Derecho, tuvo dos hijos y escribió para ellos algunos cuentos y leyendas que van mucho más allá de lo convencional y de lo que se suele esperar de las obras infantiles. Son relatos que se pueden disfrutar a cualquier edad, con múltiples capas de lectura que se van levantando una tras otra hasta donde seamos capaces de llegar.
Otro cuento de Clarice Lispector, divertido y elocuente : “La mujer que mató a los peces”. La autora habla en voz baja a los niños disculpandose por haber dejado morir a dos peces, “los coloraditos”, ya que se olvidó de darles de comer. Con este pretexto va trasmitiendo en sus páginas el amor a los animales, aprendido y vivido en su propia infancia, con gran aliento poético. Las ilustraciones de Sandra Aguilar tienen gran fuerza expresiva y realzan la narración.
En el cuento los protagonistas son lagartijas, pollos, gatos, monos, ratones y hasta mosquitos y cucarachas. Destaca la descripción de la presumida mona Lisete y la historia con matices algo trágicos del ilustre perro Bruno Barberini de Monteverdi. El cuento esta muy bien estructurado, con instantes de reflexión entre una anécdota y otra, para hacer pensar a los lectores. Clarice Lispector ayuda a contenplar la naturaleza con ojos de asombro y a despertar la imaginación. Un reflejo es este fragmento que habla de una isla encantada. “Mi amiga y un grupo de amigos estaban explorando la isla y en medio del bosque de bambúes encontraron la ciudad de las mariposas. Viven en ese claro, vuelan alto, vuelan bajo, vuelan a nuestro alrededor. Pequeñas, grandes, azules, amarillas y de todos los colores. Parecía un baile de mariposas en aquel silencio que solo tienen las islas. El silencio de las islas es un silencio diferente: lo atraviesan los sonidos propios de sus habitantes, animales y vegetales. Las plantas si las observamos bien, parecen cantar con sus hojas.
Deben de haber pasado hambre, como nosotros.Pero nosotros hablamos y reclamamos,el perro ladra,el gato maúlla, todos los animales hablan con sonidos.Pero los peces son tan mudos como un árbol y no tenía voz para reclamar y llamarme. Y cuando fui a verlos estaban quietos, delgados, coloraditos, y, desgraciadamente, muertos de hambre.

                                                    ¿Estáis muy enfadados conmigo porque hice eso? Si es así perdonadme.
                                        Yo también me enfadé mucho por mi distracción.Para lamentarlo.Os pido que me
                                        disculpéis. De ahora en adelante no me distraeré más.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario